El desayuno "La historia del futuro" tuvo una segunda edición este 4 de septiembre, tras el interés que generó su primera versión. En esta nueva jornada, los profesores Ángel Soto, MBA ESE y profesor titular de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de los Andes, y Hugo Benedetti, profesor del Área de Economía y Finanzas del ESE Business School, profundizaron en sus reflexiones sobre la forma en que concebimos el futuro y cómo esa visión condiciona nuestras decisiones en el presente.
Ángel Soto abrió la conversación analizando cómo, a lo largo de la historia, la humanidad ha proyectado el futuro de distintas formas. En muchas épocas pasadas, predominaba una mirada optimista que ponía el foco en el desarrollo tecnológico como herramienta para mejorar la calidad de vida. A partir de la década de 1960, sin embargo, comenzó a instalarse una visión más pesimista, fenómeno que —según explicó Benedetti— afecta especialmente a las generaciones más jóvenes. Su hipótesis es que las personas toman decisiones estratégicas basadas en la idea de futuro que tienen, por lo que una visión negativa tiende a generar acciones que la refuerzan. "Si estamos pensando que en 20 años más esto no va a funcionar, bueno, probablemente las decisiones que estamos tomando hoy nos están acercando a esa realidad, a menos que hagamos conciencia y empecemos a elegir cuáles son las acciones que tendríamos que tomar para revertirlas", afirmó.
En ese contexto, los expositores subrayaron la importancia del pensamiento crítico como herramienta esencial para identificar problemas reales y tomar decisiones informadas. Soto lo definió como "la habilidad para identificar un problema raíz y tomar decisiones basadas en evidencia", y recalcó que no debe confundirse con inteligencia innata. "Es crucial entender que no es sinónimo de inteligencia (...) es una habilidad que se desarrolla. Esta habilidad se va formando y perfeccionando a lo largo del tiempo, influenciada por nuestro contexto, edad, cultura y experiencia", señaló.
Se discutió la necesidad de "enamorarse del problema y no de la solución", entendiendo el problema como la distancia entre una situación actual y un estado deseado, e indagando en sus causas profundas antes de actuar. Además, se invitó a evaluar críticamente cómo la inteligencia artificial puede estar contribuyendo a mejorar el futuro del trabajo.
Una vez más, la instancia permitió un diálogo abierto entre alumni y profesores, en torno a temas que cruzan la historia, la estrategia y el liderazgo, con una invitación clara: pensar el futuro no como una amenaza inevitable, sino como un espacio de responsabilidad activa.