Después de cinco años, el futuro del trabajo parece haber llegado. Digitalización acelerada, flexibilidad laboral, inteligencia artificial y empresas hiperglobalizadas que realmente funcionan 24/7 serían la nueva realidad.
Los datos del nuevo informe de Microsoft "Breaking down the infinite workday", acerca del uso de sus aplicaciones durante el día a nivel global, demuestran que desde el 2020, la jornada laboral no tiene fin (Microsoft Worklab, 2025). Lo anterior, se atribuye una serie de factores, tales como la prevalencia de equipos de trabajo remotos o híbridos, que tienen a la mano una serie de herramientas para trabajar de manera asincrónica (Barber y Santuzzi, 2015).
Previo al 2020, la flexibilidad en el lugar del trabajo era vista como una herramienta para asegurar el bienestar y la conciliación entre la vida laboral, familiar y personal, de la cual pocos gozaban. Hoy en día, comienza a cuestionarse el efecto que estas modalidades de trabajo han tenido en la permeabilidad de las barreras entre el trabajo y la familia (Kossek et. al, 2022) y por ende en el bienestar de las personas (Ferrara et. al, 2022).
Paralelamente, no pueden obviarse las diferencias de género en los efectos de la flexibilidad sobre el bienestar. Ha sido documentado que ciertas modalidades laborales pueden ser perjudiciales para las mujeres. Esto porque la flexibilidad laboral viene acompañada de un aumento de la carga laboral de trabajo no remunerado, impactando directamente en el bienestar (Kossek et. al, 2022) (Observatorio Social, 2023).
Dada esta realidad, el Centro Trabajo y Familia del ESE Business School ha decidido indagar en la relación existente entre la flexibilidad laboral y el bienestar integral en el trabajo. Esto a través de un análisis cuantitativo, a partir de datos de muestra de 230 chilenos y chilenas con un perfil ejecutivo.
María José Bosch, María Paz Riumalló, María José Urzúa
7 de octubre del 2025