En marzo de 2017 un grupo de diputados del Partido Comunista ingresó un proyecto de ley para reducir la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales, lo que no podía implicar ningún ajuste en la remuneración, es decir, trabajar menos y ganar lo mismo, lo que obviamente parece muy atractivo para los trabajadores como anuncio. La justificación que dieron los parlamentarios para esta propuesta es que los países más ricos trabajan menos, pero producen mucho más, por lo que a primera vista parece un camino razonable.
El objetivo de este artículo, tema de análisis del Informe Macrofinenciero del mes de septiembre, es analizar si es posible mejorar la productividad reduciendo la jornada legal, lo que algunos analistas han catalogado como una forma de lograr mayores niveles de desarrollo "por secretaría", es decir, sólo modificando una ley. A priori parece una apuesta riesgosa, que podría terminar generando más costos que beneficios a los propios trabajadores. Mostraremos alguna evidencia en esa dirección.
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