El gobierno llegó con la promesa de un nuevo Chile: ético, justo y transformador. Tres años y medio después, hay un país más corrupto, pobre y desconfiado de sus instituciones. La distancia entre oferta y cumplimiento es abismante; más todavía, evidencia un fracaso político gigantesco. En seguridad, el crimen organizado ha avanzado como nunca. Las cifras de homicidios alcanzan máximos y las fronteras del norte siguen siendo un pasadizo para bandas narco transnacionales. La estrategia al respecto ha sido una mezcla de negación e improvisación; y la reacción -tardía y débil- ha sido, principalmente, efecto de la presión ciudadana que forzó a reconocer la magnitud del problema.
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Álvaro Pezoa B.
13 de Agosto del 2025