Chile parece vivir en un estado de contradicción permanente. Cada cierto tiempo, una propuesta política -nueva o que busca extenderse en el poder- promete "justicia social" (o equidad o solidaridad) a través del mismo libreto: más Estado, más impuestos, más controles. La narrativa es conocida y seductora: si las desigualdades persisten, es porque el mercado es cruel; si hay pobreza, es porque las empresas -o los "súper ricos"- no hacen lo suficiente; si la ciudadanía está descontenta, la solución sería que el Estado crezca para "cuidar" más. Sin embargo, cada intento estatista deja la misma enseñanza: la realidad se resiste a obedecer a la ideología.
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Álvaro Pezoa B.
04 de agosto del 2025