La violencia en los estadios chilenos dejó hace tiempo de ser un fenómeno aislado y meramente deportivo. Se trata de una cruda expresión de problemas mucho más profundos: la desintegración de la familia, la ausencia de educación cívica y el deterioro de la vida en comunidad, entre otros. Todas realidades que urge abordar.
Resulta imprescindible tipificar estos hechos violentos como delitos y su mitigación exige castigarlos con severidad legal. Pero no es suficiente, cada pelea en las tribunas, cada hincha que trata de "colarse" sin pagar en medio de una avalancha humana o que invade la cancha, cada agresión a Carabineros, refleja una dificultad anterior: el debilitamiento de los vínculos sociales que sostienen la convivencia. La violencia no nace espontáneamente; germina en la falta de educación en el respeto mutuo, en la ausencia de límites formativos, en el deterioro de los valores compartidos.
Descarga el archivo para seguir leyendo.
Álvaro Pezoa B.
22 de abril del 2025